Cuantas veces llegamos a la conclusión que estuvimos malgastando tiempo y/o energía por intentar modificar los efectos en lugar de ir directo a las causas para resolver situaciones.
Estamos demasiado acostumbrados a «trabajar» los efectos en lugar de ir al fondo e identificar qué es lo que nos está pasando, por qué nos está pasando esto, ¿por qué nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestras relaciones no están donde queremos?
Te cuento algunos ejemplos de los que me fui dando cuenta a lo largo de mi recorrido:
Nuestra Salud
Cuando acudimos al médico pidiendo que nos libere de un síntoma molesto en lugar de detenernos a pensar qué es lo que nos está diciendo nuestro cuerpo. Hace algunos años, comencé a experimentar unos dolores muy intensos, como puntadas, me despertaba a la madrugada, vomitaba y en varias ocasiones tuvo que acudir el médico a mi casa para inyectarme y así calmar esos cólicos y poder dormir lo poco que quedaba de la noche 🙂 Diagnóstico: cálculos en la vesícula. Solución que me sugerian: operación programada, se extirpa «el órgano enfermo» y ya, te olvidas de los cálculos. Como tantas otras veces, no me quedé con esta visión tan mecanicista de la situación y comencé a investigar. Mientras investigaba, seguí repitiendo estos episodios con la molestia que ellos generaban. Al final llegué a la conclusión que el dolor y los cólicos eran una especie de «alarma» de que algo no andaba bien (similar a una alarma de incendio que se activa al detectar la presencia de humo) y operarme iba a ser literalmente eliminar la bocina de la alarma para que ya no hiciera ruido ni molestara ante la presencia de la situación que la disparaba (en el ejemplo, un incendio). Es obvio que nadie instalaría una alarma para luego desactivar su bocina así no molesta cuando suena 😀 sin embargo, es lo que miles de personas hacen a diario cuando entran al quirófano para mutilar su aparato digestivo en la esperanza de salir aliviados y poder seguir comiendo como hasta ese momento. Bueno, para hacerla corta, luego de unos 4 o 5 años y 12 kilos menos (hoy peso exactamente lo que pesaba hace 20 años) entendí que todo lo que necesitaba era un cambio en mi alimentación y simplemente depurar y desintoxicar mi organismo. Fue un camino de mucho aprendizaje y reconexión con mi cuerpo. Hoy mi cálculo y mi vesícula siguen ahí pero ya no molestan porque aprendí a «respetarlos» y si alguna vez me paso de la raya, aparecen esos cólicos para recordarme que me conviene alimentarme mejor.
Nuestras Finanzas
Hacemos cursos para aprender a gestionar nuestro dinero, administrarlo, invertir en la bolsa, en propiedades, hacer negocios, etc. y no revisamos nuestra relación emocional con el dinero, nuestros patrones mentales respecto al dinero, ¿qué pensamos de las personas que tienen mucho dinero? imagínate a alguien muy rico ahora… ¿quién vino a tu mente? ¿qué piensas de esa persona? ¿te sentís inspirado a ser como esa persona? o ¿sentís que no te gustaría ser así porque piensas que fue deshonesta o algo malo seguro tuvo que hacer para conseguirlo? Bueno, en muchos casos las emociones que aparecen con esta pregunta no son las mejores y si ese es tu caso, por mucho curso que hagas y por más que incorpores herramientas técnicas para mejorar tus Finanzas, las mismas no van a llegar a dar un verdadero vuelco hasta que te des cuenta que hay que trabajar las causas y no los efectos… 🙂
Nuestras Relaciones
Cuando intentamos «gestionar» al otro para que se acomode a lo que buscamos o necesitamos. Terminamos manipulando, envueltos en relaciones reactivas y «restrictivas» en lugar de relaciones expansivas y liberadoras. Esto nos pasa con nuestras parejas, nuestros hijos, familiares, incluso amigos. ¿Cuántas veces a nuestros hijos los amenazamos con castigos o intentamos incentivarlos con premios para alentar o desalentar ciertos comportamientos? De nuevo, estamos enfocados en los efectos (el comportamiento del otro) y no en las causas (por qué se presentan esos comportamientos que no nos gustan).
Nuestros Negocios y Empresas
Cuando queremos elevar la productividad de nuestros equipos para mejorar nuestros resultados económicos y tomamos cursos y contratamos especialista que nos instalan «tableros de comando» con semáforos que nos mostrarán al instante qué aspectos están «fuera de rango» y necesitan atención inmediata. La verdad es que muchas veces caemos en el «control» (registrar horarios de entrada y salida del personal, enviar un médico a domicilio ante ausencias, los famosos tableros de indicadores de gestión, etc.). En el fondo, lo que estos caminos revelan es que no confiamos en nuestros empleados y colaboradores y que necesitamos controlarlos para evitar que entren en comportamientos que no son los que necesitamos para hacer crecer el negocio. Probablemente estamos delegando actividades y tareas pero sin delegar completamente la responsabilidad y ayudarlos a crecer para que logren autonomía.
Nuestro Bienestar
Compramos y consumimos bienes que no necesitamos para ostentar y ser reconocidos en lugar de enfocarnos en lo que realmente nos aporta calidad de vida, lo que en la amplia mayoría de los casos no pasa por tener una billetera abultadísima como pensamos. Nos deslomamos trabajando y postergando para conseguir el dinero para «tener» y nos olvidamos del «ser», de «estar» y nos perdemos momentos únicos con nuestros niños que están creciendo, con amigos, con familiares que luego ya no estarán, etc. Postergamos y postergamos sin darnos cuenta que nuestro disfrute y plenitud están en nuestras narices…
Entonces, con todo esto, pretendo llamar a la reflexión, dejar de poner el carro delante del caballo y reacomodar prioridades, darnos cuenta que si en nuestra vida estamos teniendo «efectos» indeseables, la solución definitiva y sostenible probablemente venga de tomar distancia, lograr perspectiva e identificar las causas de esos efectos para luego lanzarnos a los aprendizajes que seguramente nos llevarán a crecer y «resolver» esas causas, lo que indefectiblemente hará desaparecer los efectos indeseables… 🙂
Termino con lo siguiente:
La Abundancia es una consecuencia…
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