¿Es tiempo de jubilar al sistema jubilatorio? Te lo has preguntado.
Es un hecho bastante llamativo que tanta gente haya sido convencida -yo era uno de ellos 🙂 – de que en pos de progresar laboral y económicamente, uno debía dedicar largas horas a un buen trabajo estable, en el que uno pudiera hacer carrera, priorizando ascensos y bonos.
Esto en detrimento de nuestros verdaderos sueños, o afectando el balance vida laboral vs. personal, incluso retaceando tiempo de calidad para la familia, los hijos o los amigos.
Dejamos de explorarnos en áreas diferentes a nuestra ocupación principal y tantas otras actividades vitales que resignamos en pos del progreso de nuestra carrera profesional y de consolidarnos económicamente.
La Jubilación
Si buceamos en la etimología del término:
La palabra jubilación, proviene del latín «iubilare» (gritar de alegría), aludiendo al momento en la vida laboral en la que cesamos en nuestra actividad remunerada para pasar a contarnos entre los «pasivos» del sistema que ya no se ven obligados a trabajar a diario y que recibirán una compensación económica hasta que su paso por este mundo termine.
La «zanahoria» viene entonces, en la forma de una vida de puro placer y esparcimiento cuando llegamos a nuestra edad jubilatoria.
La realidad, sin embargo, muestra con frecuencia otra película, en la cual, gente que se jubila, no encuentra su nuevo equilibrio, no sabe qué hacer con tanto tiempo libre, y cae algunas veces en pozos depresivos.
La contradicción se potencia al darnos cuenta que éste debería haber sido el momento de “comenzar” a vivir a pleno.
Capítulo aparte merece el hecho de que la salud, el nivel de energía y la motivación de un jubilado, distan bastante de la que esa misma persona tenía un par de décadas antes.
Lo cual también nos lleva a cuestionar esta “zanahoria” de trabajar para jubilarnos.
Y ¿qué pasa con el Sistema de Jubilación?
Citando a Martín Traverso, en su libro «Economía Consciente» podemos decir:
«En el viejo paradigma, la carrera laboral se convierte en el camino a la jubilación, del mismo modo en que un producto desgastado termina en desuso. Ese es el sentido actual de la jubilación. Así lo vemos: un ser humano lleva largos años de una vida no feliz y llega a la jubilación como si fuera un desperdicio de la sociedad; ese ser humano ya no sirve para trabajar porque no tiene fuerzas físicas ni intelectuales o porque es menos eficiente.»
A su vez, entrándole desde el costado económico, en algunos países (como el caso de Argentina) tenemos por un lado a la población económicamente activa, que son quienes aportan al sistema para financiar el pago de las jubilaciones de quienes ya se retiraron.
El sistema parece lo suficientemente simple y robusto ya que siempre tendremos jóvenes que subsidien las jubilaciones de los más viejos.
Pero hay severas fallas de construcción o aplicación en este sistema tan difundido a nivel mundial:
Falla 1. Cada vez hay más viejos
La población va en aumento rápidamente, y esto es más intenso cuando consideramos la estadística de gente jubilada vs. gente joven aportando al régimen.
Gracias a los avances en el campo de la medicina, se están alcanzando edades promedio impensadas hace 50 años.
Esto lleva a que la masa de jubilados crezca más rápido que la masa de aportantes al régimen. Lo que pone en riesgo de colapso a todo el sistema.
Solución: la misma que ya se aplicó en muchos países en el pasado, elevar la edad de jubilación, es decir, correr la zanahoria algunos años más. Hoy en Argentina, la edad de jubilación es en general 65 años. Muchos países ya se están planteando llevarla a 70.
Para los jóvenes puede no ser un problema “tangible” hoy, pero para las personas que ya pasaron los 60 años y están esperando ansiosamente la llegada de su jubilación, esto puede ser un factor generador de estrés.
Y lo más estresante es que la decisión de correr la zanahoria y por cuantos años, escapa totalmente a sus posibilidades de acción.
Falla 2. Gestión cuestionable de los fondos jubilatorios
Todo el dinero que el estado recibe mes a mes de los aportes debe ser administrado a largo plazo para hacer frente a las futuras jubilaciones.
La idea debería ser colocar ese dinero en inversiones que produzcan rentabilidades aceptables sin tomar riesgos desmedidos.
En un país como Argentina, con tasas de inflación que se ubican entre un 25% y un 30% anual desde hace varios años, dichos fondos deberían ser colocados en alternativas que rindan algunos puntos más que la tasa de inflación para evitar “descapitalizar” al sistema, agravando la falla del punto anterior.
Si bien, es claro lo que debería hacerse, esto no siempre se lleva a la práctica.
Dado el caso, cuando se utilizan esos fondos como herramienta de política económica para fomentar el consumo (préstamos blandos para comprar o construir la primera vivienda, comprar el primer auto, etc.) al mediano plazo estamos poniendo en jaque al sistema.
Falla 3. Siempre atrás de la inflación
Los reajustes de los haberes jubilatorios no alcanzan, lo que va en detrimento del nivel de vida de los jubilados.
Siempre queda la posibilidad de hacer juicio al Estado, pero con los plazos actuales de la justicia, el Estado siempre tiene la ventaja, ya que la amplia mayoría de los jubilados que reclaman reajustes o compensaciones adicionales no viven lo suficiente para ver el momento de una sentencia favorable.
Retirarse «de a poco»
Volviendo a la visión de Martin Traverso:
«… nos decimos que una vez jubilados podremos salirnos de la vida sin disfrute, para estar libres y hacer todas las cosas que nos habría gustado realizar durante nuestra juventud y postergamos, porque entonces sí «tendremos tiempo para eso». Luego termina ocurriendo que, al retirarnos de nuestros trabajos, a pesar de que quizás nos generaron muchos disgustos, caemos en una especie de depresión por la inactividad…
[…] para nuestros dones y talentos, que por definición nos energizan, no existe jubilación. […] En fin, cuando una persona hace las cosas con disfrute, con auténtica pasión, no existe el concepto de retirarse de esa tarea.»
Creo que el truco, para alguien que trabaja full time, ya sea en un empleo, por cuenta propia, o en su negocio, es empezar a retirarse “de a poco”.
Empezar a crear espacios vitales y nutritivos cuando somos jóvenes.
Estos mini-retiros que pueden ser de un fin de semana o algunos días, dependiendo de lo que nuestra situación particular permita y aconseje, nos ponen en contacto profundo con nosotros mismos, nuestros sueños, nuestra creatividad.
Son un oasis de vitalidad que generamos a nuestra seguramente ajetreada rutina profesional.
En estos espacios:
- cargamos las pilas,
- nos renovamos, y tarde o temprano,
- nos comenzamos a replantear nuestro destino que quizás no ocurra al primer retiro, pero no tardará en aparecer.
En mi experiencia, estos retiros son altamente valiosos y generan un impacto profundo en la percepción de nuestra realidad, nos equilibran y nos armonizan más allá de lo que nos damos cuenta. Ya lo profundizaremos en otra nota.
Es tiempo de jubilar al sistema jubilatorio
Cierro este post sugiriendo que la única estrategia razonable ante este panorama es simplemente:
Tomar el control de nuestro retiro.
Proponernos diseñarlo a nuestro gusto y de acuerdo a nuestras posibilidades.
Para lo cual se impone “correrse” de la mentalidad de asalariado y crear nuestros propios fondos de retiro, a la vez que nos vamos retirando de a poco y disfrutando de una vida más plena y abundante, todos y cada uno de nuestros días.
Disfrutar sin dejar para después aquellas actividades que nos nutren y gratifican. Encontrando un adecuado balance y aprendiendo a hacer que nuestro dinero trabaje para nosotros.
Y tú? Habías pensado retirarte «de a poco»?
Me hizo emocionar este artículo, es lo que veo con mi madre, está esperando una jubilación que no llega y temo que cuando le llegue se deprima….
Así es Feli, una pena que tanta gente mayor que se sacrificó toda su vida quede en situación vulnerable por un sistema roto.
Es hora de hacernos cargo de nuestro futuro financiero 😉