«Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar un árbol, pasará el resto de su vida creyendo que es un idiota.»
– Albert Einstein
Esta frase de Einstein resume un hecho fundamental: la importancia de ganar nuestro dinero haciendo aquello que nos apasiona y para lo que somos buenos.
Muchas veces «canjeamos» nuestra pasión e intereses más profundos por un trabajo en otro campo que nos de estabilidad económica y tranquilidad a fin de mes. Esta decisión que parece adecuada desde la óptica de nuestras finanzas termina siendo perjudicial en el mediano plazo, incluso para nuestro futuro financiero ya que difícilmente alcancemos nuestro esplendor y potencial si no nos lanzamos a explorar nuestro «Elemento», como le llama Ken Robinson en sus recientes libros «El Elemento» y «Encuentra tu Elemento».
Para Ken Robinson, el Elemento es el punto de encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales. Encontrando tu elemento se logra fortalecer el sentido de tu identidad y mejorar tu bienestar. Las personas que encontraron su elemento hacen lo que les gusta y al hacerlo se sienten realmente ellos mismos: les parece que el tiempo transcurre de manera diferente y se sienten más vivos, más centrados y llenos de vida.
Similar concepto propone Martín Traverso en su libro «Economía Consciente», cuando habla sobre nuestros dones y talentos:
«El estar alejados de nuestros dones y talentos es la principal causa del estrés y de todas las enfermedades psicosomáticas en algún punto, porque llevamos vidas trabajando en lugares que no nos gustan y a partir de allí empezamos a tener problemas derivados de la preocupación por el dinero, por el trabajo…».
Siguiendo al filósofo español Emilio Carrillo, podemos decir que:
«los dones y talentos son todo aquello que hacemos de manera natural, sin esfuerzo, y que nos genera entusiasmo».
Todo esto tiene mucho que ver con la creatividad que fluye naturalmente cuando desarrollas tu pasión. Un fragmento del libro de Ken Robinson dice:
«Parto de la premisa de que todos nacemos con un inmenso caudal de aptitudes naturales, pero pocas personas descubren cuáles son, y menos aún las desarrollan como conviene. Lo paradójico es que una de las principales razones de este inmenso desperdicio de talento es el propio proceso que se supone que lo ha de desarrollar: la educación.»
En el sistema educativo somos «adiestrados» para cumplir roles estándar que no siempre tienen en cuenta nuestros talentos y habilidades naturales, ¿cuántos músicos o artistas acaban en trabajos administrativos o de oficina? los ejemplos abundan…
«Si no hay pasión en tu vida, ¿has estado viviendo realmente?
Encuentra tu pasión, sea lo que sea. Conviértete en ella, y déjala convertirse en ti, y verás que grandes cosas empezarán a suceder en ti, para ti y gracias a ti.»
– T. Allen Armstrong
Si tuvieras tu realidad financiera totalmente resuelta y no necesitases trabajar por dinero, ¿qué harías? ¿a qué dedicarías tus días? ¿cuál sería la razón que te lleve a levantarte energizado todos los días?
¿Se te ocurre alguna manera para empezar a hacer algo de eso que tanto te apasiona ahora? 😉
Todos tenemos algún don para compartir con el mundo, pero no todos llegamos a descubrirlo y nos atrevemos a sacarlo afuera y que el mundo escuche «nuestra canción»… Te invito a que reflexiones sobre las veces en que recibiste reconocimiento y halagos, ¿qué estabas haciendo? ¿por qué te reconocieron y felicitaron? ¿en qué ámbitos las personas se acercan a pedirte consejos?
Para experimentar verdadera abundancia en tu vida, debemos alinearnos con el flujo del dar, desde nuestros dones y talentos, desde eso que nos sale sin esfuerzo y con naturalidad, esa actividad que nos enciende y nos nutre. El motor principal es dar, prestar un servicio, algo útil para otros.
Si piensas que no puedes volverte rico haciendo lo que te apasiona, quizás sea el momento de revisar esas creencias y encontrar la manera de lograrlo. Al fin y al cabo, en todas las ocupaciones hay gente que se volvió rica…
[…] Así como lo plantea Robinson, en vez de preguntarnos ¿qué tan inteligentes somos?, es mejor plantearnos ¿cómo es nuestra inteligencia? o, ¿cuál es tu inteligencia? […]