En línea con la celebración del día de San Valentín o día de los enamorados me propongo compartirles algunas reflexiones al respecto. Encuentro algunos paralelismos entre el mundo de las inversiones y el mundo de las relaciones amorosas…
Nuestro horizonte temporal
Cuando entras en una relación amorosa, ¿estás pensando en algo de una noche, unas semanas y después vemos, o estás buscando algo estable y de largo plazo? En cuanto a las inversiones, tenemos diferentes estrategias para abordar, por ej.: “ganancias rápidas” aprovechando alguna oportunidad para “entrar y salir”, o en el otro extremo, quizás estamos evaluando la compra de acciones en una empresa sólida con buenas perspectivas de mediano y largo plazo. Claramente, son esquemas diferentes y llevan a resultados diferentes.
En mi caso particular tiendo a invertir mirando al largo plazo. Paradójicamente, y en contraste a lo que ocurre con el mundo de las relaciones, invertir a largo plazo es mucho más fácil, hay muchas más probabilidades de tener éxito y obtener un resultado positivo. Mientras que en el terreno del corazón, construir una relación a largo plazo requiere mucho trabajo, persistencia, aprendizaje y una serie de condimentos que no muchos estamos dispuestos a “invertir”. En la bolsa, el largo plazo es tu amigo, basta decir que por ejemplo, en un siglo de historia, la bolsa americana (representada por el índice S&P500) rindió en promedio un poco más del 10% anual. Cuando invertimos al largo plazo, digamos a 10 o 15 años, es prácticamente imposible perder dinero, al menos esto es lo que muestra la historia, siempre los retornos han sido positivos.
La volatilidad
Así como los mercados fluctúan y vemos en las noticias que las bolsas internacionales están cayendo fuertemente, en contraposición a lo que vino pasando en los últimos tiempos de bonanzas, en las relaciones, también encontramos períodos marcados por estabilidad, bonanza y también crisis de diferentes proporciones. Los mercados son cíclicos, al igual que muchos fenómenos naturales (el día y la noche, las estaciones del año, etc.). Nuestras relaciones también pasan por diferentes ciclos durante su proceso. Y esto nos lleva a considerar el factor riesgo…
El Riesgo
Justamente en Finanzas el riesgo se mide por la volatilidad que podría esperarse de una determinada inversión. Inversiones menos volátiles, son más seguras ya que presentan menor riesgo potencial. De hecho, hay muchos inversores con perfil conservador que no desean tomar riesgos desmedidos. Están más interesados en preservar su dinero que en multiplicarlo, más interesados en “no perder” que en “ganar mucho”. Y acá hay otra similitud importante con nuestras relaciones de pareja, o incluso ampliándolo más, con nuestras relaciones en general (socios, amigos, etc.). Si no estamos dispuestos a correr riesgos en la relación, a entregarnos, a confiar, es probable que la relación no crezca demasiado, que no despleguemos todo su potencial. Justamente, esto pasa cuando vamos “despacio”, cuando no confiamos del todo y no nos entregamos porque tenemos temor de salir lastimados, frustrarnos, sufrir, etc. Bueno, en la bolsa y en las Finanzas en general se cumple eso de que:
“El que no arriesga, no gana” (Refrán popular)
En nuestras relaciones también se cumple. Para tener éxito y desplegar todo el potencial de una relación es necesario “invertirse” a fondo en ella, confiar (de modo inteligente, no ingenuo) y comprometerse con el otro. Sólo así se generará esa “danza”, ese fluir en el vínculo que tanto nos nutre y nos eleva, es así que alcanzamos los “más altos retornos”, igual que en las inversiones… arriesgándonos… J
Pero arriesgarse no es garantía de tener éxito, de hecho, cuanto más riesgo tomemos, más chances de atravesar picos y valles, más “volatilidad” encontraremos. Y esto, aplicable tanto a nuestras relaciones como a nuestras inversiones, nos lleva al siguiente punto clave…
Aprender de nuestros errores
“Nadie nace sabiendo” (Refrán popular)
Para lograr invertir con éxito, nos debemos un camino de aprendizaje previo que normalmente lleva tiempo e involucra el hecho de darnos cuenta que ganar y perder es parte del juego, simplemente aspiramos a ganar más de lo que perdemos. Para lograr ese aprendizaje, leemos libros, hablamos con otros inversores más expertos, hacemos cursos y fundamentalmente, invertimos nuestro dinero y vamos forjando nuestro “Yo inversor”. Ahora bien, vamos al terreno de la pareja, en el último año, ¿cuántos libros leíste?, ¿cuántos cursos hiciste?, ¿a cuántos talleres, sesiones de terapia asististe?, ¿cuántas parejas “modelo del buen amor” existen cerca en tu círculo más íntimo? ¿cómo era la relación de pareja de tus padres?
No deja de sorprenderme el hecho de que la mayoría de la gente no se capacita en temas de relaciones personales, ni en temas de crianza; en especial los varones, que en este aspecto tenemos que aprender bastante de la actitud mucho más permeable al aprendizaje de nuestras compañeras de viaje. Ellas van a terapia, hacen cuanto curso les llega a la mano, se compran libros, mientras que la mayoría de los varones… “nos la sabemos todas”. Y este último punto es uno de los más grandes enemigos del aprendizaje (pensar que sabemos cuando en realidad, tantas veces nuestros resultados dicen otra cosa).
Entonces, como decíamos antes, dificultades, crisis y conflictos siempre vamos a encontrar a medida que se desarrolla el vínculo y exploramos la relación, el tema es ser capaces de aprender de nuestros errores. Estar dispuestos. Igual que como hacemos para crecer en nuestras inversiones.
Y finalmente, un condimento más…
El Compromiso
Recuerdo que mis primeras armas en la Bolsa las hice con el Simulador de Inversiones que tenemos en InvertirOnline. Allí te permitimos abrir una “cuenta virtual” en la que te asignamos $100.000 para que gestiones comprando y vendiendo acciones. Todo lo que le pasa a tu cartera de inversiones es igual que si estuvieras invirtiendo con dinero real ya que los precios son las cotizaciones reales de la Bolsa día a día. Es una herramienta didáctica interesante ya que te permite empezar a poner en práctica lo que vas aprendiendo pero sin arriesgar todavía tu dinero.
Ahora bien, la realidad es que el día que puse mis ahorros por primera vez en la Bolsa, esta vez de verdad, si bien no era mucho dinero en aquel momento, considero que ése fue el día en que comenzó realmente mi aprendizaje. Todo lo anterior había sido simplemente “precalentamiento”. A partir de que comencé a invertir dinero genuino, estaba mucho más atento a las cotizaciones y oscilaciones de mi cartera, leia más, me interesaba, me preguntaba por qué había pasado esto o aquello, intentaba conectar las noticias con lo que sucedía en los mercados, etc.
Bueno, con las relaciones amorosas creo que pasa lo mismo…
Mientras estamos en modalidad “simulacro” difícilmente lleguemos a una relación profunda y edificante. Para que la magia aparezca, es necesario compromiso. Es necesario “quemar las naves” para que no podamos ya retroceder. Si vas a largo plazo y en serio, esa persona que elegiste es “la” persona, no hay más vueltas, no hay más opciones. En ese momento, cuando aparece tu compromiso verdadero, toda la confianza, la dedicación, la perseverancia, todo eso se vuelve sinérgico y realimenta el vínculo, nutriéndolo, consolidándolo y llevándolo al camino del buen amor.
Así que en este día de San Valentín, te deseo “buenas inversiones”, tanto en tu vida personal, como en tu vida financiera… 😉
excelente….mejor explicado imposible, llevo como 25 años de casado y es asi tal cual,